Érase
una vez, en un lugar alejado de cualquier cosa, una sociedad formada
básicamente por cerdos y ovejas. Las ovejas eran todas aparentemente
iguales, pero sólo aparentemente, y los cerdos en realidad también,
pero sin embargo eran menos en cantidad y mucho más poderosos que
las ovejas.
Las
ovejas, muy en el fondo, tenían personalidad propia, pero los cerdos
habían ideado varios y originales métodos para hacer que la
perdieran y que dejaran de pensar, a pesar de estar biológicamente
preparadas para ello. Además, los cerdos habían creado seres que
las custodiaban, por si aparecían fallos en el Plan y a alguna se le
ocurría pensar más de la cuenta. Estos seres no eran más que
antiguas ovejas física y mentalmente transformadas en Pastores y
Perros. Y si en algún momento los Pastores y los Perros mostraban
algún síntoma de Empatía, palabra que los cerdos habían incluido
en uno de los puestos más altos del Antidiccionario, automáticamente
eran eliminados y sustituidos por otros.
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Ilustración: Iolanda Marrasé |
Había en este mundo muy alejado de cualquier cosa dos tipos de cerdos, los Cerdos Naturales, que habían sido designados como tales, y los Cerdos Adaptados, que antes de cerdos habían sido ovejas. El proceso de transformación Oveja-Cerdo era en realidad muy sencillo, y afectaba principalmente a aquellas ovejas que realmente Querían vivir como cerdos, y sobre todo Querían Ser cerdos. Los Cerdos Naturales detectaban rápidamente cuando una oveja parecía estar empezando por sí sola la transformación, y cuando eso ocurría, le daban todas las herramientas y facilidades para conseguir su objetivo.
El
equilibrio para mantener al rebaño calmado y en silencio no era
fácil de conseguir, pero los cerdos tenían bien aprendida la
Teoría, que había pasado de generación cerdil en generación
cerdil. Lo principal era que las ovejas estuvieran suficientemente
alimentadas para sobrevivir físicamente y suficientemente distraídas
para sobrevivir mentalmente. Para ello, los cerdos de la Sección
Alimentaria habían creado un programa de distribución de víveres
matemáticamente perfecto, y los de la Sección de Entretenimiento
habían inventado los Juegos de la Felicidad, una serie de
actividades que las ovejas aplaudían y disfrutaban, y que las
mantenían ocupadas durante la mayor parte del tiempo en que no
consumían alimentos.
Las
ovejas no se llevaban bien las unas con las otras y los Sentimientos
hacía Ciclones de Tiempo que ya habían desaparecido. Algunas, las
más viejas, incluso eran capaces de recordar conceptos absolutamente
prohibidos en el Mundo Cerdil, como el Amor, la Tolerancia o la
Solidaridad, pero no podían de ninguna manera compartirlos con
ninguna otra oveja, ya que en el Decálogo del Mundo Cerdil eran
considerados como Armas de Destrucción Masiva.
Así
transcurrían los Ciclones de Tiempo en el Mundo Cerdil, hasta que un
día hubo un fallo en el Sistema demasiado grave. Hubieron problemas
en la Sección Alimentaria y en la Sección de Entretenimiento, los
pilares básicos para mantener el equilibrio planificado, entre otras
cosas porque los cerdos no realizaron una correcta distribución de
los alimentos (sus ansias de engordar dejaron a las ovejas al borde
de la inanición), y porque, hambrientas y enfadadas, algunas ovejas
habían conseguido reunir fuerzas suficientes y despertar
mentalmente, lo que les permitió boicotear en gran medida los Juegos
de la Felicidad.
Fueron
ellas, las mismas ovejas, las que se fueron contagiando las unas a
las otras de estos nuevos aires reivindicativos, las que fueron
recuperando su individualismo, siempre a al servicio de las demás
ovejas, las que empezaron a desenterrar conceptos prohibidísimos en
el Mundo Cerdil como la Justicia, la Igualdad o la Democracia. Fueron
ellas mismas las que redescubrieron el Amor y la Solidaridad y así
fueron creciendo como ovejas, hasta el punto de convertirse en seres
nuevos y libres. Fueron ellas las que, poco a poco, crearon una
sociedad donde cada vez menos surgían nuevos Cerdos Adaptados,
Perros y Pastores y donde cada vez más las ovejas vivían felices y
contentas de ser lo que eran y con lo que tenían, pero sobre todo
con lo que sentían.
Así
las cosas, los Cerdos Naturales cada vez eran menos y su influencia
menor, hasta que, con los Ciclones de Tiempo, acabaron por
desaparecer.
Últimamente
hay estudios ovejiles que confirman haber visualizado a los antiguos
cerdos malviviendo en un planeta muy, muy lejano llamado San Martín.
Pero eso ya es otra historia.
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